
El caso es que la carátula del cd me llama la atención a diario, pero de una manera vaga, claro, tan acostumbrada estoy a verlo que ya no tiene para mí más trascedencia que la lámpara (de Ikea, noski) que cuelga del techo o el gotelé de la pared. Sin embargo, hoy me he detenido un momento, no para ponerlo en su sitio (no, Dios me libre) pero sí para desentrañar el misterio que hacía tan familiar la carátula de este disco.
La fotografía que ilustra esta edición está tomada en un lugar de Arizona que conocí hace tiempo y que se llama Antelope Canyon. Ubicado en plena
reserva navaja (de Albacete), muy cerca del lago Powell (un destino turístico de interior muy exitoso entre los estadounidenses), este estrechísimo cañón (tan estrecho que sólo puede visitarse en esos escasos momentos del día en que los rayos solares penetran en su interior, el resto del tiempo permanece sumido en las tinieblas) sorprende al visitante por las formas onduladas y la tonalidad de sus paredes.

Sólo hay un pero: la horrible central eléctrica que se encuentra en sus proximidades (que se la podían haber metido... por donde yo te diga) desmerece mucho el conjunto paisajístico.
El caso es que guardo unas fotografías de este espléndido lugar (autor Alberto Lafuente, suyo es el mérito de hacerlas, mi mérito consiste en conservarlas) que creo que merecen la pena. No obstante, para ver más imágenes de Antelope Canyon, aquí:







Viéndolo así quién diría que no siempre resulta seguro visitar este lugar. Y, sin embargo, así es. Veréis, el cañón está dividido en dos secciones: upper (o superior) y lower (o inferior). En ocasiones, las lluvias torrenciales pueden llegar a anegar la parte superior sin que nada haga sospechar que puede resultar peligroso visitar la inferior. Esto es precisamente lo que hicieron cerca de una treintena de turistas franceses, que acabaron dejándose aquí la vida al verse sorprendidos, una vez dentro de la cavidad, por una tromba salvaje que los arrastró. Vaya... sabía yo que hoy acabaría dándome por lo necrológico.
Pues, de momento, esto es todo, amigos. Espero que lo disfrutéis y, si algún día váis, ya sabéis, que no llueva....
Muas.
P.D.: el lagartijo de la última foto vivía allí y estaba hasta los bemoles de tanta visita. "Dios, si es que no te dejan ver la fórmula I en paz.... jodidos turistas...".
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